Cuando era pequeño una de mis abuelas fue a Galicia y se acordó de mí. Algunos años después, aun sin llegar a la adolescencia, durante un campamento veraniego visitamos el lago de Covadonga, en Asturias, y me acordé de ella. Su camiseta y mi estatuilla de la virgen no solo se inscriben en la lógica del don de Marcel Mauss -dar, recibir y devolver-, sino que nos remiten a esos pequeños objetos -muchas veces horteras o kitsch- que son los souvenirs. Fragmentos materiales de un viaje o, como muchos gustan decir ahora, de una experiencia que activan en nosotros el recuerdo de una profecía auto-cumplida acerca del destino turístico visitado al mismo tiempo que, en caso de ser regalado, posibilita la propagación entre nuestros amigos y familiares de esa misma representación social del lugar.
En su “Estuve aquí y me acordé de nosotros” (2024) Anna Pacheco no se va lejos, se queda en su ciudad, Barcelona, para explorar las muchas veces invisibilizadas relaciones laborales al interno de la industria turística, en especial aquella especializada en el lujo o la alta gama. Pacheco se acuerda de nosotros, pero no para devolvernos una imagen especular de nuestra cotidianidad convertida ahora en objeto turístico, esto es, en una representación mercantilizada para su consumo. El recuerdo que nos trae de su inmersión en el día a día laboral de los hoteles de cuatro y cinco estrellas es desagradable; si fuera un objeto material difícilmente se haría un sitio en nuestras estanterías junto a otros souvenirs.
El libro de Pacheco bien podría, por su tono y su estilo, enmarcarse junto a otras obras que, sin abandonar la teoría social, se convierten en una suerte de etnoficciones (alejadas, en este caso, del modelo de Marc Augè) hasta rozar la parodia cómica o, en una veste mucho más pesimista, la distopía social. Así, por ejemplo, “Foodification” (Perucca y Tex, 2022) nos muestra una ciudad rendida a los procesos de baretización y gourmetización en la que lo foodie siembra el caos en forma de gentrificación, modificación de las identidades locales o alteración radical de un mercado de trabajo en el que, ahora, sobresale la figura de los malogrados riders1.
En una ficción similar podría participar El Palas. Conocido por su afición al padel, este director de recursos humanos podría pasar incluso por histriónico. Tan pronto organiza a sus trabajadores en pequeños grupos para canturrear consignas motivacionales en canon como achaca la gran cantidad de horas extras sin pagar al tiempo que tardan los empleados -el Talento en su jerga- en ponerse el uniforme. Su paternalismo no va dirigido hacia los trabajadores, sino al propio Hotel que es identificado como Pacheco como “una figura moral, de autoridad: ostenta la hegemonía cultural de los que dominan” (p.28). La historia del Talento, El Palas y el Hotel podría interpretarse como la defensa a ultranza de la distancia social entre quienes ostentan el lujo en sus actividades de ocio y quienes, por contra, apenas lo pueden soñar. En otras palabras, una cuestión de clase.
Sin embargo, al contrario que “Foodfication”, no se trata de una ficción. Para la escritura de este libro, Anna Pacheco parte de un proceso de observación participante en tres hoteles -llegando a observar determinadas situaciones, también, de forma encubierta- y un amplio conjunto de entrevistas a distintos trabajadores. Pacheco se toma alguna licencia literaria -unificar las tres unidades de observación o condensar distintas entrevistas- en favor de una claridad expositiva que, junto a la reducción a la mínima expresión de elementos teóricos, resultan en una lectura agradable y amena.
Podría afirmarse que el libro de Pacheco es un relato al uso de la explotación laboral existente en el sector turístico. Sin embargo, sin alejarse de las condiciones de trabajo en los hoteles (turnos interminables, horas extras sin pagar), Pacheco introduce detalles acerca del propio devenir del turismo (lujo, experiencia, sostenibilidad) mientras se acerca a las condiciones materiales de existencia de una clase identificada como “media, pero un pelín más baja”. Una clase media redondeada por lo bajo con la que es fácil identificarse.
Y ahí se esconde la trampa del souvenir que nos regala Pacheco. Ella se acercó los entresijos del trabajo en el sector turístico, pero, en realidad, en sus observaciones nos vió a todos nosotros. Personas sobrecualificadas, subempleadas, malpagadas. Empleos carentes de motivación, llenos de discursos vacíos en los que prima la apariencia. Un amplio conjunto de la población desclasado, sin visos de movilidad social, encadenado a uno o más trabajos que afectan de forma radical a nuestros modos de relacionarnos con el resto de individuos. Esta crítica socio-económica al neoliberalismo nunca es expresada de forma explícita por Pacheco, pero no por ello deja de atormentarnos cada vez que vemos el recuerdo de su viaje expuesto, junto a otros, en las estanterías de nuestro salón.
1Otro ejemplo podría ser “Breve manuale per una gentrificazione carina” en el que Giovanni Semi (Mimesis, 2023) nos ofrece una serie de recomendaciones prácticas para gentrificar nuestros barrios y salvarlos así del degrado.
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