Metáforas urbanas, el flâneur y la porosidad

Metáforas urbanas, el flâneur y la porosidad
Via dei Tribunai, Nápoles, octubre de 2022 Autor: Alejandro Carrión.

Metáforas urbanas, el flâneur y la porosidad

Resumen

Ante las dificultades teóricas que presenta el estudio de las ciudades, algunos autores han empleado las metáforas como recurso heurístico. El presente texto presenta una de dichas metáforas, la porosidad, vinculándola a la figura del flâneur. En su tránsito desde la literatura a la metodología aplicada a los estudios urbanos, el rol del pasente permite observar a las ciudades como procesos abiertos y dinámicos sin fin al mismo tiempo que, desde una perspectiva crítica, ofrece ciertas dudas sobre su verdadera aplicación y los sesgos que pudiera presentar, como en el caso de la perspectiva de género.

Metáforas

La ciudad se presenta escurridiza, huidiza; es complicado dar realmente con ella. Las ciudades escapan a la formulación de dicotomías y antítesis, pero también a su consolidación como un objeto espacial  auto-evidente, caracterizado por una esencia inmutable.  En su intento de garantizar la continuidad de la ciudad como objeto de análisis, algunas definiciones sintéticas pueden no prestar atención a la heterogeneidad de acciones, agentes y procesos sociales que se encuentran interrelacionados con y en las ciudades. Pero, por otro lado, el énfasis puesto en algunos fenómenos o procesos sociales considerados prevalentes dentro de la complejidad de la vida urbana pareciera devolver el debate a la casilla de salida.

El hipotético carácter esquivo de la ciudad contemporánea, su reticencia a ser aprehendida teóricamente, nace de la consideración de los espacios urbanos como “uno de esos ámbitos en los que puede manifestarse, imaginarse o realizarse todo lo que es posible en el plano de la sociedad” (Cucò, 2008:84). Las ciudades, como laboratorios experimentales de la acción social, aparecen así (re)presentadas como un cúmulo de potencialidades que, en su respuesta a la evolución conjunta de problemas y soluciones, se inscribe en el ámbito de lo impredecible (Amin y Thrift, 2005:20). La vida urbana aparece así circunscrita a la esfera de la improvisación, lo imprevisto y lo imprevisible.

Antes que abandonarse al ámbito de lo aleatorio, Amin y Thrift (2005) proponen un desplazamiento de la mirada analítica que preste atención a las ciudades como un lugar de movilidades, flujos y prácticas cotidianas. En este sentido, como destaca Alfredo Mela (en Amin y Thrift, 2005:8) , resulta de interés la exigencia respecto a un cambio fundamental del imaginario, de las formas de representación, de las asociaciones de ideas y de los nexos semánticos que se intersectan en torno a las ciudades. El uso de metáforas no solo permite capturar la recurrencia de las prácticas cotidianas aventurándose en el reino de la invocación poética y del orden sensorial (Amin y Thrift, 2005:28), sino que posibilita, a su vez, un ir y venir de teorías y conceptos que escapan así a su formulación cronológica y a sus condiciones socio-históricas de producción para ser re-agrupadas bajo un nuevo conjunto de significantes.

La metáfora aparece así ligada a los estudios urbanos por una triple capacidad heurística. En primer lugar, vincula el lenguaje metafórico con el contenido concreto de las acciones sociales e inscribe el análisis en un marco antropológico. En segundo lugar, ofrecen una oportunidad para dejar de lado cualquier intento de reificación de los espacios urbanos a partir de una definición reduccionista, incluso en el caso de aquellos autores que -como recuerdan Amin y Thrift (2005:27)- aunque han sabido captar la complejidad de la ciudad, tienden a generalizar su contenido a partir de la prevalencia de algunos fenómenos o procesos. Y en tercer lugar, como afirma Paul Feyerabend (1986:14), la metáfora tiene en su haber el interés de poder incluir en su significado un número variable y, a veces, contradictorio, de conceptos y teorías. La metáfora, como espacio de convivencia teórica, parece alejarse de la urgencia de algunos procesos de de-construcción de sentidos y significados para centrarse en la tarea de re-imaginar las ciudades a partir de la inclusión no determinística de un mayor número de puntos de vista.

Breve arqueología del flâneur 

Una figura quizás romantizada e idealizada en conversaciones informales, pero no por ello menos recurrente y necesaria para acceder a alguna de las metáforas propuestas para el estudio antropológico de las ciudades es la del  flâneur. Traducido comúnmente como “paseante”, del flâneur se presupone la habilidad, la capacidad, para aprehender los distintos contenidos y significados de la vida cotidiana a partir del mero hecho de recorrer de forma errática las calles de las ciudades. Callejear, vagabundear, deambular,… la flânerie no supone únicamente un desplazamiento material, sino que, como sugiere Howard Caygill a propósito de Walter Benjamin (1998:52), constituye una vía metodológica de acceso a las ciudades a partir de la observación de detalles inadvertidos y la atención a distintos matices y esfumaturas de la acción social.

Antes que Benjamin, en una escueta arqueología de la flânerie, se le atribuye a Edgar Allan Poe el primer esbozo de las características del flâneur en El hombre de la multitud (1840). Desde la ventana de su hotel, Poe narra cómo 

Miraba a los transeúntes en masa y pensaba en ellos como formando una unidad amalgamada por sus características comunes. Pronto, sin embargo, descendí a los detalles y observé con minucioso interés las innumerables variedades de tipos, vestidos, aires, portes, aspectos y fisonomías.”

Cuando finalmente Poe decide abandonar su lugar de observación y perderse entre las calles de Londres lo hará bajo el pretexto de seguir a un anciano peculiar. Durante su persecución Poe recorre con avidez y sin destino aparente la trama urbana al tiempo que ofrece pequeñas pinceladas de las acciones producidas por una multitud de la que él mismo forma parte. 

Charles Baudelaire (1863, 1995) retomará la noción de “multitud” expresada por Poe convirtiéndola en el “dominio” de acción del  flâneur de la misma forma que “el aire es del pájaro, como el agua el del pez” (p.86).  Este dominio es descrito a partir del conjunto de personas que conforman la multitud, la masa, pero también desde la imprecisión que se encuentra “en lo ondulante, en el movimiento, en lo fugitivo y lo infinito” (Ídem). En este contexto de acción un tanto vago e indefinido Baudelarie califica a la  flânerie como una “facultad de ver” el mundo para la que no todos los hombres están dotados (p.90), asociándola,  al mismo tiempo, a acciones como

Estar fuera de casa, y sin embargo sentirse en ella en todas partes; ver el mundo, estar en el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de estos espíritus independientes, apasionados, imparciales” (p.87)

En esta primigenia imagen del  flâneur explicitada por Baudelaire el contenido de la acción no se ciñe exclusivamente al acto de deambular o vagar por la ciudad, sino que precisa de un proceso de escritura posterior a la observación de la vida urbana. Al igual que una etnógrafa frente a su diario de campo tras una jornada de trabajo, el flâneur  

“se inclina sobre su mesa, clavando en una hoja de papel la misma mirada que fijaba hace poco en las cosas, esforzándose con su lápiz, su pluma, su pincel, salpicando el techo con el agua del vaso, secando su pluma con su camisa,impaciente, violento, activo, como si temiera que las imágenes se le fueran a escapar, belicoso aunque solo, y zarandeándose a sí mismo”. (p.90)

Walter Benjamin: de la flânerie a la porosidad

La actitud del flâneur cobra relevancia teórica a partir de la estancia de Walter Benajmin en Capri durante 1924. La presencia de Benjamin en el área metropolitana de Nápoles, advierte Douglas Smith (2021:242), se inscribe en un viaje de ida y vuelta realizado por un amplio número de filósofos e intelectuales alemanes como Ernst Bloch, Alfred Sohn-Rethel, Siegfried Kracauer, Theodor Adorno o  el propio Benjamin -todos relacionados con la Escuela de Frankfurt- que tomarían Italia como residencia temporal ante la crisis socio-económica posterior a la Primera Guerra Mundial. Caracterizados con posterioridad por Benjamin como “intellektuelles Wanderproletariat” o proletariado intelectual errante, la estancia en Italia de cada uno de ellos supuso una experiencia transformadora que daría lugar a la producción de algunas de las obras más significativas de cada autor (Ídem).

Más allá de su estrecha vinculación con la publicación en 1928 de “El origen del drama barroco alemán”, Smith (2021) advierte cómo Benjamin adquiere durante su periplo italiano una forma innovativa y fragmentaria de escritura que, a la postre, se convertiría en su sello personal (p.243), aquello que Adorno caracterizó como Denkbild o imágenes mentales. Prueba de ello es el texto que firma junto a Asja Lascis sobre la ciudad de Nápoles en 1925 (1992) en el que se presentan, de forma discontinua, una serie de variaciones en torno al concepto de porosidad y la ausencia de fronteras definidas, estables, a la hora de caracterizar la acción social.

Nápoles aparece en el relato de Benjamin y Lascis como una ciudad en la que “Todo conserva un espacio que puede convertirse en escenario de nuevas constelaciones imprevistas. Se evita lo definitivo, lo acuñado. Ninguna situación actual está dada para siempre, ninguna figura pronuncia su ‘así y no de otra manera’” (Benjamin, 1992:16). Nápoles, tal y como la experimentaron Benjamin y Lascis, aparece así como un lugar de mezcolanza e improvisación fruto de su porosidad al pasado, de su capacidad continua de modelarse y remodelarse a partir de las prácticas cotidianas. “La porosidad es la ley que siempre vuelve a descubrirse, inagotable, en esta vida” (p.20).

La porosidad adscrita a Nápoles supone que la vida social no atienda a convenciones y oposiciones jerárquicas entre distintos elementos implicados en una supuesta estructura urbana como religioso/profano o público-privado. Más bien, concluye Smith (2021), se caracterizaría por la constante transformación de prácticas sociales en apariencia antitéticas cuya resignificación podría llegar a producir efectos desconcertantes (p.244). Las ciudades, en su caracterización porosa, serían, entonces, lugares abiertos a la experimentación y a la innovación, a la improvisación, en cuanto al contenido y la forma de la acción social.

Deambular después de Benjamin

Aunque la porosidad -y quizás con ella, también, la propia flânerie- no tuvo mucho mayor recorrido en la obra de Benjamin (Smith, 2021:246), su huella puede seguirse hasta el presente. Dentro del ámbito del desarrollo urbano y del diseño arquitectónico es significativa la coincidencia temporal del texto de Benjamin y Lascis con el Plan Voisin presentado por el arquitecto Le Corbusier. Dicho plan, en cierto modo, anticiparía el contenido de La Carta de Atenas (1933) y el futuro desarrollo de la ciudad funcional, un modelo racionalista de idear, construir y habitar las ciudades que permearía la organización territorial y urbana durante buena parte del siglo XX.

La ciudad funcional y la ciudad porosa pueden considerarse como modelos antinómicos. Benjamin y Le Corbusier defienden concepciones del espacio urbano irreconciliables. La estabilidad, la rigidez y la característica monofuncionalidad del ordenamiento urbano racionalista entran en conflicto con ciudades en las que, como sucede en la Nápoles vista por Benjamin y Lascis, la remodelación y la resignificación son un proceso constante a partir de la indeterminación y la improvisación propia de la acción social. 

Si bien el debate no puede considerarse cerrado del todo, el diseño y la ordenación urbana contemporáneos se desplazan hacia las intuiciones del  flâneur. De la Nueva Carta de Atenas (1998), en su apartado “Variedad y Diversidad”, se extraen como objetivos o pautas de ordenación urbana como el abandono de las zonas de uso monofuncional o el fomento del uso mixto del suelo con el propósito de lograr dar mayor variedad y vitalidad a la cotidianidad en las ciudades. En este sentido, resultan de interés las propuestas teórica-prácticas del urbanista Richard Sennet (2020) en torno a las “ciudades abiertas”: lugares complejos, llenos de contradicciones y ambigüedades que enriquecen la experiencia cotidiana del habitar (p.17)

De vuelta a las ciencias sociales, la flânerie puede intuirse en algunas estrategias metodológicas destinadas a la producción de conocimiento a partir de la inmersión perceptiva, emocional y sensorial de la etnógrafa. La deambulación urbana, como estrategia que busca la interpretación y la comprensión de la cotidianidad urbana, permitiría así un acercamiento fenomenológico que diera cuenta de la complejidad vivida. 

Sin embargo, Amin y Thrift (2005) muestran ciertas reticencias metodológicas frente a la flânerie (p.30-ss). Por una parte, el  flâneur es una persona dotada de un talento, de una sensibilidad y de una ciencia poética que,  en una clara resonancia a Baudelaire (supra), no todas las personas poseen. El excesivo peso de la propia subjetividad, de las capacidades individuales, imposibilitan que la deambulación pueda ser considerada una metodología adecuada para la investigación urbana.

Este énfasis en el sujeto investigador no solo presupone la existencia  de diferentes experiencias e interpretaciones individuales del espacio urbano, sino que, irremediablemente, pone el acento en las características propias de la persona que deambula. Una de las críticas más extendidas señala como la figura del flâneur nunca ha sido de género neutro (Amin y Thrift, 2005; Mateos 2020). El  flâneur representa, en términos de Mateos (2020), una visión de la ciudad falogocéntrica y patriarcal. Aquellos rasgos atribuibles al caminante de género masculino -“su condición de anonimato, su invisibilidad, su capacidad para hacerse partícipe de la muchedumbre y recorrer el espacio urbano atento a lo que ocurre, más sin llamar la atención” (Mateos, 2020:195) no son compartidos por su contraparte femenina, la flâneuse.

Las mujeres, especifican Mateos (2020) y Wilson (1992), no consiguen pasar desapercibidas en sus recorridos urbanos, no logran integrarse en la masa anónima de transeúntes. Según ambas autoras, las mujeres en su deambular son construidas como objetos a los ojos de los hombres, del  flâneur, de forma que su experiencia de la ciudad queda anulada. Lejos del goce y la experiencia estética, sentencia Mateos (2020), el caminar de la  flâneuse se presenta como una “experiencia de denuncia social” (p.197) que si bien en el siglo XIX guardaba relación con la práctica identificación de toda mujer en el espacio público como prostituta, en la actualidad aborda problemáticas como la violencia física y sexual, el acoso o la pornografía (Wilson, 1992: 110).

La crítica que realizan Amin y Thrift (2020) a la posición subjetiva del rol de  flâneur puede extenderse más allá de la cuestión de género y alcanzar toda una miríada de variables sociológicas (clase, edad, procedencia, …). Preguntarse por la identidad de los caminantes es hacerlo también por las relaciones en términos de poder que delimitan las posibilidades de tránsito en el espacio urbano. Pero entonces ya no estaríamos vagando sin rumbo aparente por las calles de cualquier ciudad esperando adquirir una experiencia sensorio-perceptiva de nuestro entorno.El conjunto de teorías y metodologías aplicadas al estudio del ámbito urbano, concluyen Amin y Thrift, se encuentran lo suficientemente desarrolladas en la actualidad como para renunciar a ellas y abandonarnos al instinto y a las capacidades del  flâneur.

Bibliografía

Amin, Ash; y Thrift, Nigel

2005 Città. Ripensare la dimensione urbana. Il Mulino

Baudelaire, Charles

1995 El pintor de la vida moderna. Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos. Libreria Yerba 

Benjamin, Walter

1992 “Nápoles” en Cuadros de un pensamiento. Imago mundi,pp. 13-26

Caygill, Howard

1988 Walter Benjamin. The Colour of Experience. Routledge

Cucò i Giner, Josepa

2004 Antropolgia Urbana. Ariel Antropologia

Feyerabend, Paul
1986 Tratado contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Tecnos

Mateos De Manuel, Victoria

2019 “La flâneuse imposible: el acto de callejear desde una lectura feminista” en La ciudad: imágenes e imaginario : Actas del Congreso Internacional Interdisciplinar pp. 194-202

Sennet, Richard
2020 Costruire e abitare. Etica per la città. Universale Economica Feltrinelli
[Edición en español: 2018 Construir y habitar: Ética para la ciudad . Anagrama]

Smith, Douglas
2021 “Porosity and the transnational: travelling theory between Naples and Frankfurt (Walter Benjamin, Aska Lacis and Ernst Bloch)” en Forum for Modern Language Studies Vol. 57, No. 2, pp. 240-259

Wilson, Elisabeth

1992 “The Invisible Flâneur” en New Left Review I/191 Jan/Feb 1992

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