“El agua no puede lavarse“, proverbio Africano
Introducción
Una de las metas de la agenda 2030 es lograr el acceso universal e igualitario al agua potable, objetivo que pasa por la reducción de la contaminación, evitando el vertimiento de productos químicos y peligrosos, así como un uso eficiente de los recursos para protección de los ecosistemas. Se concibe la Antropología del agua como el estudio de este elemento en su dimensión social. La actual situación de escasez y desigualdad de acceso nos situa en contextos socioculturales en crisis a consecuencia de la carencia o negociación de éste elemento. Repensar las capacidades agenciales a través del etnodesarrollo para una gestión justa del oro líquido, podria ser la aportación de la Antropologia en la suma de fuerzas para lograr cambios que produzcan un mayor respeto al medio y un mayor bienestar humano.
Palabras clave: Etnodesarrollo, Antropología ecológica, acceso al agua, problemas hidrosociales, control del agua
Agua: dimensión social
Problemas hidrosociales como sequías inundaciones, contaminación de recursos hídricos contrastan con la publicidad de idílicas playas y ríos vírgenes para el uso y disfrute del turismo. Para muchas personas su vida diaria consiste en un arduo esfuerzo para acceder al agua potable para sus hogares, otros en lucha contra la privatización y acaparamiento de recursos hídricos.
Desde los años 90 hasta hoy hemos conseguido una mejora en la utilización de agua potable, a pesar de ello la escasez afecta a más del 40% de la población mundial. Las aguas residuales resultantes de las actividades humanas se vierten en ríos y mares sin ningún tratamiento. Estudios de OMS y UNICEF reflejan que 3 de cada 10 personas carecen de acceso a servicios de agua potable seguros, así como 6 de cada 10 carecen de acceso a instalaciones de saneamiento seguras. Se calcula que en el 80 % de hogares sin agua corriente son las mujeres y niñas encargadas de llevar el oro líquido a sus casas. Hoy la crisis del agua se ha puesto en el centro de las preocupaciones humanas, como asunto de supervivencia, asociado a los impactos en la salud, la pobreza, la estructura, el género.
El concepto de desarrollo sostenible y la Antropología ecológica germinaron en un mismo contexto entre la década de los 50 y los 60 , analizando las acciones de los humanos como seres vivos que forman parte de un ambiente, aceptando los impactos negativos que hemos generado, a menudo irreversibles y que hoy ponen en riesgo la propia supervivencia de la especie humana. La Antropología ecológica se desarrolló como respuesta a la ecología cultural y se propuso superar la histórica dicotomía naturaleza/cultura, estudiando las interacciones entre el sistema cultural y el medioambiental. La Antropología ecológica tiene como objeto analizar la forma cómo las poblaciones condicionan y moldean su entorno, así como las relaciones que establecen las poblaciones con el ambiente y cómo éste condiciona y configura su cultura, vida social, política y económica.
La literatura antropológica sobre el agua es extensa, así como la noción de relación entre organización política e irrigación. Geertz analizó en su estudio ‘Lo húmedo y lo seco’ y desde una perspectiva comparativa, evitando el determinismo ecológico, dos modos de irrigación entre dos pueblos (Bali/Marruecos) con cuestiones compartidas (Islam, pobreza, nacionalismo y pasado colonial) demostrando como las diferencias culturales y tecnológicas creaban dos ecosistemas del todo diferentes. La introducción de conceptos como ‘nicho ecológico’ nos dirigió a contemplar los factores ecológicos y la distribución de poblaciones como nichos específicos que los grupos explotan de acuerdo a su organización política económica, y no como áreas culturales. La articulación de tecnologías e infraestructuras son además de herramientas materiales, relaciones sociales y órdenes políticos. El estudio del agua como fenómeno antropológico pasa por entender su multidimensionalidad , analizando experiencias hidro sociales, significaciones para el cuerpo y como hábitat.
Aguatenientes y resistencias
La posesión, control, modificación del agua es una más de las formas de control, entendiendo este control (de diseño o redireccionamiento hídrico) como acciones de adecuación a las ‘necesidades humanas’, que en muchas ocasiones suponen pérdida de biodiversidad, desaparición de áreas naturales inundadas y toda una suerte de consecuencias ambientales y humanas. Además el desarrollo turístico, la expansión inmobiliaria, afectan negativamente al bienestar de las comunidades pescadoras tradicionales, apareciendo situaciones conflictivas.
Asimismo el conflicto puede crear cohesión social apareciendo formas de resistencia, llevadas a cabo por las comunidades afectadas, librando batallas jurídicas y legales en defensa de sus recursos hídricos. Dos ejemplos de las dos últimas décadas: hubo resistencias en Bolivia que frenaron los intentos de privatización de la empresa Bechtel; en Nueva Zelanda, el pueblo maorí presionó para el reconocimiento de los derechos indígenas sobre el agua.
Desde un enfoque de género, podemos observar como el sistema determinante de los roles y responsabilidades de género, en el acceso y control de los recursos, la falta de acceso a servicios de saneamiento en niñas y mujeres reduce sus oportunidades respeto a la educación y trabajos remunerados: ellas trabajan para conseguir agua mientras ellos deciden sobre su gestión. Las imposibilita a realizar otras tareas exponiéndose a otros riesgos al tener que alejarse cada vez más de sus casas. La carencia de los servicios básicos de saneamiento y acceso al agua potable tiene una vinculación indudable en cuestiones de pobreza y educación. Esa exclusión de la propiedad de recursos esenciales representa una forma profunda de exclusión social, una pérdida de participación democrática. La actual tendencia hacia la privatización transnacional de la propiedad del agua abre la veda al surgimiento de nuevos regímenes despóticos pero también de sus resistencias.
La estrecha relación entre agua, tierra y gente ha abierto nuevas posibilidades teóricas y etnográficas para entender la vida humana en ambientes húmedos. Para Bocarejo (2018) imaginar y poner en marcha nuevas formas o estrategias comunitarias de conservación, uso sostenible y gobernanza del agua implica complejos procesos de planeación, concertación y traducción de los conceptos, representaciones y prácticas locales vinculados con ese elemento, que pueden ser revelados a través de la investigación antropológica.
La Antropología puede ayudar a generar reflexiones sobre los significados, desafíos y tensiones que implica convivir con un elemento tan vital como el agua. Urge encontrar nuevos espacios para pensar alternativas de cambio, reconociendo grupos como unidades político-administrativas diferenciadas, reconociendo sus derechos, eso es, un etnodesarrollo como la capacidad social de un pueblo de construir su futuro, en base a su experiencia histórica, recursos i potenciales culturales.
Cuando se trata de cuestiones vinculadas con la energía es necesario comprender y luego dar visibilidad a las dinámicas de las personas relacionándose con los sistemas energéticos y el medio ambiente. Es posible que el camino para implementar cambios consista en invertir las tendencias de acción, de abajo a arriba, fomentando la participación de la comunidad con relaciones más equitativas. Invertir la gestión, centro/periferia, con administraciones públicas que se orienten hacia adentro, que no den la espalda a la gente. Un reconocimiento de Pachamama como sujeto de derecho implicaría la institucionalización de una visión biocéntrica de las relaciones con la naturaleza
Conclusiones
Finalmente puede que el buen vivir consista en una digna austeridad, en armonía con el entorno social y ecológico, y esto implica trabajar colectivamente e invertir los papeles, pensando desde lo local hacia lo global. Tejiendo asociaciones, redes, más sencillas, tal vez, mas cercanas. Es posible que la Antropologia pueda acceder a rincones del conocimiento de lo humano que puedan servirnos para vivir de una forma más justa y llegar a ser un especie más feliz. La Antropologia nos puede acercar a entender este elemento tan vital en su dimensión social y junto a otras disciplinas, alumbrar los caminos para llegar a mejorar las condiciones de vida de las personas y mejorar las relaciones de nuestra especie con el resto de especies y con la naturaleza.
Bibliografía
-Bocarejo Suescún, Diana. 2018. Gobernanza del agua: pensar desde las fluctuaciones, los enmarañamientos y políticas del día a día. Revista de Estudios Sociales
-Zamora Acosta, Elías. Acosta Naranjo Rufiño. 2011. Discursos y conflictos en la gestión de recursos hídricos: agricultores, ambientalismo y sostenibilidad. Una aportación desde la antropología social para la gobernanza del agua. En Revista de Antropología Social 20
-Antropología y agua. Entrevista a Veronica Strang – Antropología 2.0 Blog (antropologia2-0.com)